Recuerdo que de niños siempre estamos descubriendo cosas nuevas, y nos emociona. Así es el espíritu del ser humano, siempre estamos buscando descubrir cosas nuevas. Y siempre que descubrimos algo nuevo, la vida cambia, cosas cambian para bien o para mal.
Cuando Alexander Fleming, descubrió la
penicilina o bencilpenicilina en 1928,
el primer antibiótico empleado ampliamente en medicina en el tratamiento
de infecciones provocadas por bacterias sensibles, la vida cambió. Cuando los
chinos descubrieron la pólvora, la vida
cambió. Cuando se descubre la cura para cualquier enfermedad, la vida cambia.
Siempre estamos descubriendo algo nuevo. Pero
lamentablemente, muchas veces no descubrimos quien somos nosotros, quien soy
yo. Una cosa es quien crees que eres, sin serlo. Otra cosa es quien dice la
gente que tú eres, y tampoco serlo. Y otra quien dice Dios que tú eres, y
tampoco serlo, porque no lo has descubierto.
El día que descubras quien eres
en realidad, la vida te cambia. Cuando descubres quien eres, empiezas a
vivir una vida nueva.
Cuando descubres quien eres, y no me
refiero precisamente a tu nombre. Tu nombre es solo para identificarte entre el
resto de seres humanos. Me refiero a
quien eres de verdad. Quien dice Dios que tú eres y te identifiques con ello.
Es descubrir para que fuiste diseñado, es tu propósito de vida. Fuiste diseñado
a imagen de Dios. Eres un reflejo del amor de Dios. Eres un tesoro especial
para Dios. Pero lamentablemente para muchos pueden pasar 30 o 40 o más años sin
descubrir quiénes son.
No seamos de las personas que viven la vida
mientras pasa. Simplemente, vivir por vivir, aprender a subsistir, pero
llegarás a viejo, se te pasó la vida y dices: “Ya pasó”. Viviste, aguantaste la
enfermedad, problemas, necesidades, la vida etc. Y te vas sin pena ni
gloria. Vivimos una vida de aguante,
pero ¿A qué vienes a la tierra? ¿Quién eres? El día que descubras el poder y el
amor de Dios tu vida va a cambiar. No me refiero a que sepas del poder y del amor
de Dios, me refiero a que los descubras en ti vida. Job dijo: “De oídas te
había oído; Mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5) Cuando descubres quien eres,
la vida cambia. A un hombre le dijeron una ocasión “Hola príncipe” y la vida le
cambió.
Cuando descubres quien eres en realidad, tu
propósito de vida de porque estas acá en la tierra, tu vida cambia, trabajaras
y vivaras para eso y serás feliz.
Muchos personajes bíblicos creían que eran
lo que les habían dicho que eran, pero cuando descubrieron quienes eran en
verdad según Dios, la vida les cambió.
Abraham y a Sara, por ejemplo, les cambió
la vida. De ser una pareja sin descendencia se convirtieron en padres de
multitudes. Y de hecho no solo a ellos, sino al mundo entero de todos los
tiempos, porque de ellos viene el Salvador del mundo. Los discípulos mismos
creían que eran pescadores, cobradores de impuestos etc. Pero cuando Jesús vino
a ellos y les dijo que eran pescadores de hombres, la vida les cambió.
Abram tenía una vida ordinaría en medio de
un pueblo pagano y ordinario, no estaba buscando a Dios, pero Dios lo estaba
buscando él. Saulo tenía su vida hecha,
era fabricante de tiendas de campaña. Era religioso, fariseo, perseguía a los
cristiano y recibía recompensa, pero no conocía en verdad a Dios, ni el
propósito de su vida. Cuando lo conoció, la vida le cambió.
Cada uno hemos sido diseñados para hacer lo
que Dios dijo que debíamos hacer. Depende de cada uno buscar a Dios y descubrir
nuestro propósito. Esto no se trata de profesión, oficio o carrera. Esto se
trata de propósito ¿Quién soy en verdad y porque estoy acá?
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en
este mundo y un día vaya al cielo.
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