Ojinaga Chih.- Después de 529 días de soledad en las aulas, se
reabrieron las puertas de las escuelas el pasado lunes.
Lo
hicieron entre penumbras y nubarrones, no sólo por la llovizna matinal sino por
el miedo grabado en los rostros de alumnos, padres de familia y profesores.
No
fueron las habituales imágenes de un regreso a clases: mochilas atiborradas,
tortas, empujones, sudores, prisas y retardos.
Hubo
quien se quedaba contemplando las rejas por varios minutos, a la espera de ver
llegar a los amigos cuyos rasgos casi se olvidaron. Pero los reencuentros
fueron escasos.
Otros,
los de primer ingreso, llegaban un poco más entusiastas, con la idea de conocer
la escuela asignada y los nuevos compañeros, pero el desangelado retorno
también los apagó.
En
vez de libros y cuadernos esta vez traían caretas, cubrebocas, sanitizantes,
toallas, geles, pañuelos, rollos de papel y guantes.
La
vuelta escolar atrajo a vendedores diversos, con el anhelo de ganar unos pesos
y darle oxígeno a una economía moribunda: dulceros, los que venden burritos,
torteros, entre otros.
Después
de 529 días, ya nada fue igual. Eran pasos tibios, titubeantes, confusos, aún
en las escuelas más organizadas y con mejores condiciones, se notó ayer.
“Sanitizamos
todas las instalaciones, estrenamos mobiliario y los sistemas de iluminación y
electricidad están funcionando a tope. No se diga los baños: limpiecitos, y
tinacos de agua completamente llenos.
La columna hipótesis de Acento Noticias
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