Contra todas las opiniones, contra todos los argumentos que se opongan, independientemente de como se comporte la epidemia, sin importar el color del semáforo, el gobierno de la república ha decretado que, contra viento y marea, a finales de agosto e inicios de septiembre habrá regreso presencial a clases.
Esa era la decisión tomada por el presidente de
la república a principios de la semana luego, esta fue, como ha sido la tónica,
confirmada, corregida y aumentada por el subsecretario Hugo López Gatell, quien
informó que la educación sería declarada como actividad esencial; esto es, que
contra toda la lógica científica y médica en boga en el mundo, el gobierno de México
pondría en uso una modalidad que pondría en riesgo a una parte importante de la
sociedad, en primer lugar, y luego a toda la sociedad.
La determinación presidencial fue respaldada en
todo lo alto por el gobernador saliente de Chihuahua, Javier Corral, quien le
agregó una modalidad que incluso en pleno ejercicio de su mandato sería harto
difícil que la hiciera cumplir: Decretó como obligatorio, para todos los
educandos, el regreso a clases presencialmente.
Ambos mandatarios dieron a conocer tal
determinación sin que dieran a conocer los considerandos científicos, sociológicos,
médicos o estadísticos que la sustentaran, mucho menos las consideraciones
realizadas por los respectivos consejos de salud.
Sin embargo, la responsabilidad de consejo del ámbito
federal, el Consejo General de Salubridad, es mucho mayor. A lo largo de la
pandemia, prácticamente, no ha existido y cuando ha sido citado solo ha sido de
manera marginal, pero nunca para que tomara las determinaciones que le
competen, ante las cuales el presidente de la república tendría que someterse,
si éstas fueran del ámbito estrictamente sanitario.
El caso de Corral es peor, no sólo sus decisiones
-en la abrumadora mayoría de los casos- no han tomado en cuenta la opinión del
Consejo Estatal de Salud, sino que ni siquiera, en estricto sentido legal, le
compete tomar una determinación de tal importancia pues él termina su encargo
el 7 de septiembre a la media noche.
Al escabroso proceso de entrega-recepción entre
los equipos saliente y entrante, vino a sumarse este asunto, sin duda de la
mayor importancia, en el que, por un mínimo de sensibilidad política (la que le
faltó a Corral a lo largo de su gestión) el amanecido mandatario debió consultar
cual sería la determinación a tomar del entrante equipo, de ahí la seca
respuesta del encargado de recibir lo relacionado a la educación por el equipo
de la gobernadora electa, Javier González Mocken. No fue lejos, le dijo que sería
una decisión de Maru Campos.
Y ahora, hasta la directriz de la Secretaría de
Educación ¡La de Corral! que establece que el regreso es del 50% de los
educandos, por turnos.
No es para menos, la decisión de los gobernantes
(habrá que decir que el gobierno de la 4T matizó la noticia al establecer que
sería un regreso “voluntario”) implica el regreso de más de 32.9 millones de niños
y jóvenes de los que 90% está en instituciones públicas y 10% en privadas. En
el caso de Chihuahua implicaría el regreso de 735 mil estudiantes, número
registrado en el ciclo
escolar 2020-2021.
A tales pretensiones de los gobernantes se ha alzado,
ominosa, la pandemia, nuevamente. Mañana tendremos a 7 entidades en rojo, en
tanto que los contagios siguen creciendo casi exponencialmente.
Una característica prevaleciente de esta nueva
ola del COVID, la absoluta mayoría de los enfermos no están vacunados y la
enfermedad crece debido a un factor cardinal: Sólo alrededor del 30% de la
población tiene completo el esquema de vacunación, aunque alrededor de la mitad
de los mexicanos mayores de 18 años cuentan con una dosis de vacuna.
No deja de llamar la atención que algunas
personas se hayan contagiado a pesar de contar con el esquema completo de
vacunación, pero incluso en estos casos prevalece un aserto: Quienes han sido
vacunados están en mejores condiciones de enfrentar la enfermedad y seguramente
no fallecerán ante ella.
Las informaciones procedentes de distintas partes
lo corroboran. En el curso de la semana, The New York Times publicó un
reportaje en el cual se asienta que una suposición aceptada generalmente por la
población es la de que “… un virus siempre se sigue propagando y, finalmente,
infecta a casi toda la población, a menos que los seres humanos tomen medidas
para detenerlo”. (NYT, 30/VII/21).
“El paso más importante ha sido la vacunación de
muchas personas mayores. Como resultado,
el total de muertes británicas ha aumentado solo modestamente este verano,
mientras que las muertes y hospitalizaciones siguen siendo más raras en las
partes de los EE. UU. más vacunadas que en las menos vacunadas”. (Ibídem).
Por tanto, la indicación a las autoridades
sanitarias en todos los casos es “… dar prioridad a la vacunación sobre
cualquier otra estrategia”. (Ídem).
Además de que la ventilación parece útil y los cubrebocas
para los niños (en el caso del regreso a clases) puede ser muy útil. “Sin embargo,
la reapertura de escuelas implica inevitablemente riesgos. La alternativa, meses más de aprendizaje
perdido y aislamiento social, implica casi con certeza más riesgos y mayores
costos para los niños.
Afortunadamente, los empleados de la escuela y los adolescentes (en el caso de
EU) pueden vacunarse, y la Covid infantil grave sigue siendo extremadamente
rara”. (Ídem).
Deberemos coincidir en que sí podemos reducir los
riesgos generados por el COVID, al igual que podemos reducir los riesgos de
conducir, andar en bicicleta, nadar y muchas otras actividades cotidianas. Pero
no podemos eliminarlos. Y esa será nuestra realidad, ante la cual no tenemos
opción, debemos asimilarla y vivir con ella.
Por esas razones, de ninguna manera podría darse
un regreso total de los escolares.
Como en todas las experiencias anteriores, en
otras actividades económicas, necesariamente deberá ser de manera escalonada,
con todas las prevenciones sanitarias conocidas y, de ser posible, con el
inicio de la vacunación a los niños mayores de 12 años y bajo las indicaciones
del Consejo General de Salubridad, en el caso nacional, y del Consejo General
de Salud en el ámbito estatal.
Además, con la imposición -no puede ser de otra
manera- de la exigencia del certificado de vacunación a todas las personas para
permitirles el acceso a los lugares públicos, de todo tipo, gubernamentales o
privados, lo que podría convertirse en uno de los principales alicientes para
lograr la vacunación del total de la población.
En cuanto a las frases de López Gatell, mediante
las cuales declara que las clases presenciales
son esenciales “incluso en rojo”, lo más sano sería ignorarlas por completo y
que las autoridades estatales se avengan a lo declarado por López Obrador y Sánchez
Cordero: El regreso será voluntario.
La postura de Gatell choca con
la adoptada a lo largo de la pandemia en la que el regreso a clases estaba
sujeto a que se tuviesen “semáforos superiores al amarillo”.
Para ejemplo, ahí está el de
Campeche, entidad en la que, durante varias semanas, mientras el resto del país
se sumía en una vorágine de enfermos y muertos por COVID, de manera continua se
mantenía en el semáforo verde.
Ante la insistencia del
presidente porque regresaran a clases, quien ordenó que los maestros
campechanos fuesen vacunados, incluso antes que los adultos mayores y la
oposición de los sindicatos magisteriales de la localidad, finalmente se dio el
regreso a clases, solo para que dos semanas después y ante la pérdida del color
verde en el semáforo sanitario, se ordenara la cancelación de lo que fue,
indudablemente, un experimento por demás fallido.
Hoy lo quieren llevar al ámbito
nacional.
Estamos entre la espada y la
pared: Urge regresar a niños y jóvenes a las aulas, por todas las razones
expuestas por especialistas y gobernantes, pero hacerlo implica que incorporaríamos
a la movilidad social a 40 millones de personas de buenas a primeras.
Y esa cantidad abarca solamente
a los estudiantes ¿Cuántos más debemos agregar, por los padres que los
trasladen, que los acompañen; la incorporación al transporte urbano, el
incremento de trabajadores de este servicio, la apertura de más negocios
minifundistas que proveerán de alimentos a estudiantes y acompañantes?
Además, el incremento de
traslados de personas -padres e hijos-, lo que ocurriría todos los días de las
semanas.
Esta situación no es comparable
a la de la apertura de restaurantes, antros, etc. pues estos no abarcan a tan
grande número de personas al mismo tiempo.
Si hubo decisiones totalmente
erróneas a lo largo de la pandemia, esta puede ser una de las peores pues, como
muchas de las tomadas a lo largo de ella, se lleva a la práctica sin más
sustento que la decisión del presidente, ante la ausencia de las directrices
científicas que debieran proveerle los más capaces especialistas de la salud, y
no solo los que provienen del mundo oficial, sino, fundamentalmente de la
academia y la ciencia.
asertodechihuahua@yahoo.com.mx;
Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF
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